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Terapia Gestalt individual, parejas y grupos
sigue de la página anterior Oigamos lo que nos propone Jung: “… cuando por el contrario el conocimiento de la sombra es tan completo como él (paciente) sea capaz de hacerlo,  sigue un conflicto y un estado de desorientación, un SI y un NO de igual fuerza que él no podrá resolver con una decisión  racional. Él no puede transformar su néurosis clínica en las néurosis menos llamativas del cinismo, resignación o  resentimiento; en otros términos, el sujeto no puede ya utilizar tales máscaras para disimular la presencia de la antítesis. El  conflicto exige una solución real y reclama un tercer término en el cual los opuestos puedan unirse. La razón con su lógica  se encuentra de ordinario obligada a abdicar, pues no existe un tercer término dentro de una alternativa lógica: La  solución no puede ser más que de un orden irracional. En la naturaleza, el equilibrio entre contrarios es siempre un proceso,  es decir un fenómeno energético: es una producción simbólica en el sentido más propio del término, haciendo algo que  exprese ambos lados, de igual manera que una cascada representa simultáneamente lo alto y lo bajo y sirve de  mediadora entre ellos. La cascada es en este caso el inconmensurable tercer término.” C.G Jung, Mysterium Coniunctionis  Un tercer término es lo que nos propone Jung. ¿Puede ser esto lo que nos propone la luz? Goethe en su estudio de los  colores, nos dice que de la unión de la luz y la oscuridad nace el verde. De la unión del amarillo y el azul nace el verde y  este color es el signo de la vida, el color de las hojas que convierten la luz en el oxígeno que nos permite vivir. La planta hunde sus raíces en lo más profundo de la tierra, allí donde la luz no penetra. La semilla necesita de la oscuridad para enraizar y poco a poco surgir a la superficie, desarrollándose y ofreciendo sus flores y frutos a la luz, pero sin dejar por un instante su contacto profundo con la tierra, allí donde las manos se manchan con el barro. La planta nos muestra cómo podemos vivir entre el cielo y la tierra, entre la luz y la oscuridad, mirando la luz, sí, pero no olvidando que solo podemos ser verdaderamente humanos comprometiéndonos con el aquí y el ahora, con nuestra existencia en la tierra. ¿Nos propone la luz que vivamos, que nos involucremos en la vida, en todo lo que nos ofrece la vida, al igual que ella unida a la oscuridad nos muestra todos los colores? El tercer elemento del que nos habla Jung puede ser el HOMBRE, él simboliza la luz y la oscuridad, no está obligado a ninguna de las dos, pues dispone de su libertad para moverse entre ellas, para ir hacia una o hacia otra. Mi opinión es que cualquier movimiento en exceso hacia cualquiera de las dos le sacará de su elemento simbólico, de lo que él es aquí en la tierra, y, como cualquier exceso, le provocará una patología: hacia la luz una pérdida de la realidad en que vive; hacia la oscuridad un endurecimiento de su alma. .